Muchos han llegado a considerar a su mascota como parte de la familia e incluso así lo mencionan. En la generación de millennials, existe una tendencia a reemplazar la paternidad por mascotas, por lo general con perros.
Este tema ha provocado diferentes debates, uno de ellos:
¿Pueden los animales sustituir a un ser humano?
Amar una mascota y tratarlo cómo tratarías a un hijo, es toda una discusión. Sin embargo, quererlo de igual manera no está mal, pero es importante que no se limite o bloqueen los instintos animales, ya que puede provocarles alteraciones psicológicas o en su comportamiento.
Es ideal colocar limites tanto en los niños como animales, para así cuidar de ellos.
Recientes estudios indican que el amor entre una mascota y su dueño va más allá de la simple compañía.
De acuerdo con estos estudios, el amor filial por una mascota es normal y benéfico para ambos. La “hormona del amor”. Es decir, la oxitocina, es la responsable de esos vínculos afectivos que se dan entre los seres humanos y sus mascotas.
Una simple mirada entre un perro y su amo puede evidenciar lo que provoca esta hormona. Se crea una unión biológica como la que se da entre un padre o madre con su hijo.
Algunas personas pueden amar a su mascota, sea cual sea su especie, o amar una acción como lo es viajar o un sitio en especial. El amor y afecto tiene que ver con la convivencia de los seres vivos y no por su ADN.
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