Cuando se habla de amor verdadero, pocas historias son tan conmovedoras como la de Javier y su esposa, que se conocieron a los 12 años. Desde aquellos días de amistad escolar hasta su matrimonio a los 19, han compartido 23 años de vida juntos, criando a tres hijos y enfrentando cada desafío como un equipo.
Sin embargo, el amor no solo se ha manifestado en su relación, sino también en la pasión por la gastronomía que ha llevado a la pareja a crear algo verdaderamente especial: Kenko.
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Desde el momento en que Stephanie, la fundadora, decidió perseguir su sueño de estudiar cocina japonesa, su historia ha sido una inspiración.
“A veces tenemos sueños que permanecen escondidos dentro de nosotros, y es crucial tener el valor de sacarlos a la luz”, expresó con una sonrisa que refleja su determinación.
Después de tener a su última hija, decidió que era el momento de dar ese paso y estudiar lo que tanto amaba.
La travesía de Stephanie no fue sencilla. Con una bebé de tres meses, comenzó a viajar cada sábado a San José para formarse en la gastronomía japonesa.
A pesar de las dificultades, siempre encontró apoyo en Javier, quien no solo fue su esposo, sino también su socio en este emocionante camino.
“Él siempre ha creído en mí y en mis sueños”, afirma con gratitud. La familia se convirtió en su motor, impulsándola a cada día avanzar un poco más.
Kenko nació en el garaje de su casa en 2011, en un momento donde la gastronomía japonesa apenas comenzaba a hacerse un lugar en Ciudad Quesada.
“No me gusta usar la palabra ‘difícil’, prefiero ‘desafiante’”, dijo Stephanie.
La incertidumbre de introducir un nuevo concepto culinario en su comunidad no la detuvo.
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A pesar de las dudas y los comentarios negativos de quienes le decían que no iba a funcionar, su fe en sí misma y su amor por la cocina fueron más fuertes.
“Escuchamos muchas voces externas que intentan desanimarnos. Pero siempre he creído en lo que quiero hacer, en lo que llevo dentro”, reflexionó.
A través de degustaciones y un fuerte enfoque en la calidad, fue abriendo camino, primero entre sus familiares y luego hacia una clientela más amplia.
El éxito no llegó de la noche a la mañana.
Después de varios años de trabajo arduo, Stephanie y Javier decidieron dar un paso más.
Fue en ese momento que se trasladaron a un nuevo local, un espacio que les permitiría seguir creciendo y diversificando su oferta.
“Kenko significa ‘salud’ en japonés, y siempre quisimos que nuestra comida no solo fuera deliciosa, sino también saludable”, explicó.
Con el tiempo, el menú se expandió para incluir sabores de diferentes partes del mundo, desde la comida italiana hasta la mexicana.
Uno de los momentos más significativos fue la inauguración de su restaurante, donde la calidez del lugar se refleja en el ambiente familiar que han creado.
“Kenko es un espacio donde las familias pueden reunirse, celebrar y disfrutar. Queremos que cada persona que entre sienta que ha encontrado un lugar feliz”, comentó Stephanie con orgullo.
La evolución de Kenko ha sido notable. Ahora, se conocen como “el lugar más feliz de Costa Rica”, un título que refleja no solo su enfoque en la gastronomía, sino también en la experiencia que brindan a sus clientes. “La felicidad es salud, y eso es lo que queremos transmitir”, afirmó Stephanie con una sonrisa que iluminó su rostro.
El futuro se presenta brillante para Kenko. Con planes de expansión en mente, incluso hacia San José, Stephanie y Javier están trabajando para llevar su pasión y amor por la cocina a más personas.
“Queremos seguir creciendo de manera organizada, pero siempre manteniendo la esencia de lo que hemos creado”, concluyó.
La historia de Stephanie y Javier es un recordatorio poderoso de que los sueños, por más lejanos que parezcan, pueden convertirse en realidad con amor, perseverancia y el apoyo incondicional de quienes nos rodean.
Kenko no es solo un restaurante; es un legado de pasión, trabajo duro y la felicidad que se encuentra en la cocina y en la familia.
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