Participar en pasatiempos mentales, como leer un libro, escribir y hacer manualidades, puede ayudar a reducir el riesgo de demencia en un promedio del 23 % en comparación con quienes no dedican tiempo a estas tareas por placer o bienestar.
Esto se deriva de un nuevo metanálisis publicado en neurología, de la revista médica de la Academia Americana de Neurología. Este artículo revisa los estudios disponibles sobre los efectos de las actividades cognitivas, físicas y sociales en el riesgo de demencia.
“Análisis anteriores han demostrado que las actividades de ocio están asociadas con varios beneficios para la salud, como un menor riesgo de cáncer, una reducción de la fibrilación auricular y la percepción de una persona de su propio bienestar”, dice Lin Lu del Hospital de la Sexta Universidad de Beijing. (China) y autor del estudio.
El metanálisis involucró una revisión de 38 estudios de todo el mundo que involucraron a más de dos millones de personas que no tenían demencia. Los participantes fueron examinados durante al menos tres años.
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Lu agrega: “Sin embargo, hay pruebas contradictorias sobre el papel de las actividades de ocio en la prevención de la demencia. Nuestra investigación encontró que las actividades de ocio como la artesanía, los deportes o el voluntariado estaban relacionadas con un menor riesgo de demencia”.
Los participantes proporcionaron información sobre sus actividades de ocio a través de cuestionarios o entrevistas. Este tipo de prácticas se han definido como aquellas realizadas por placer o bienestar y se han dividido en ejercicios mentales, físicos y sociales. Durante los estudios, unas 74,700 personas desarrollaron demencia.
Después de ajustar factores como la edad, el género y la educación, los investigadores encontraron que las actividades de ocio, en general, se asociaron con un menor riesgo de demencia. Quienes participaron en estas prácticas lúdicas tenían un 17% menos de riesgo de desarrollar demencia que quienes no lo hicieron. El ejercicio mental consistía principalmente en tareas intelectuales como leer o escribir por placer, mirar televisión, escuchar la radio, jugar juegos, tocar un instrumento musical, usar una computadora y hacer manualidades. Los investigadores encontraron que las personas que participaron tenían un 23% menos de riesgo de desarrollar el trastorno.
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