Él es Carlos Campos Estrada, tiene 57 años, vecino de Los Ángeles de Santo Domingo de Heredia y fue víctima de la indiferencia del costarricense.
Hace dos semanas él se dirigía a cortar el césped de la plaza del Barrio El Socorro de San Miguel de Santo Domingo de Heredia a eso de las 8:00 am.
El trayecto transcurría con normalidad hasta que se encontró con un hueco en la carretera obligándolo a oprimir los frenos de su bicimoto, cayéndose y dejándolo postrado en la calle por varios minutos con un fuerte dolor en la nuca.
En ese momento su miedo era quedar inválido y su único pensamiento era “Dios mío que alguien me ayude”.
Minutos después, aún en el suelo, escuchó un vehículo acercarse, “ya me van a ayudar”, pensó Campos.
Ppara su sorpresa, el automotor pasó a su lado, ignorando la escena. “Ni a un perro se le hace esto”, dice el accidentado.
Campos no juzga a la persona que venía manejando y lo ignoró.
“Puede que tuve dio miedo de lo que pudo observar, sangre o un hueso expuesto, pero como dice todo el mundo, aunque sea un hueso quebrado uno tiene que asistir a cualquier persona accidentada”, comentó.
Quien acudió a socorrerlo fue una muchacha que manejaba un segundo vehículo, ella se bajó y junto a otro ciclista y una de las vecinas de las casas del frente lo atendieron.
“Le tengo que agradecer un montón a la señora del frente, no tenía hielo, pero me dio un apretado para el dolor de nuca y eso me alivió mucho”.
Según la versión de los hechos, la bicimoto tuvo un desperfecto mecánico, el guardabarro se despegó, la horquilla quedó doblada y el caso agrietado.
Carlos vive con su esposa y su hijo de 10 años. Estuvo en reposo por algunos días y a la semana del incidente regresó a trabajar, porque no tiene un trabajo fijo.
Afirmó que ya no usará la bicicleta para no sufrir un accidente de nuevo.
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