La historia de Esmeralda Millán, víctima de ataques con ácido en México

"Me decía que, si yo no era suya, no iba a ser de nadie. Lo dejé y me atacó", indicó.

    La historia de Esmeralda Millán, víctima de los ataques con ácido en México
México /

Esmeralda Millán tenía 23 años en diciembre de 2018 cuando fue atacada con ácido en Puebla, México. 

Su ex pareja y padre de sus dos hijos fue acusado y detenido por tentativa de feminicidio. 

En la mayoría de este tipo de casos son las exparejas y en algunas ocasiones envían a alguien más a perpetrar el ataque.

No existe información oficial sobre cuántas mujeres han sufrido este tipo de violencia en México. Pero los colectivos que apoyan a las víctimas tienen conocimiento de 26 ataques, de los cuales seis ocurrieron en lo que va de este año.

"Este tipo de agresión tiene una carga muy simbólica. Se quiere dañar a la mujer y a todo lo que ella representa. Se busca que sea rechazada, marcada de por vida. Generarle un sufrimiento físico y psicológico permanente", explica.

La historia de Esmeralda Millán, víctima de los ataques con ácido en México

Trágica historia de vida de Esmeralda Millán

"Aunque las cicatrices de mi rostro han mejorado, las heridas del alma nunca sanarán", dijo Millán.

No tenía ni 15 años de edad cuando Esmeralda Millán conoció al padre de sus hijos. 

A los 17 años tuvo a su primer hijo y la violencia comenzó desde su primer embarazo.

La maltrataba de todas las formas posibles, “me pegaba, me forzaba a tener relaciones sexuales y me hacía sentir atrapada”, dijo Millán.

En cuanto logró regresar con su mamá, él volvió a buscarla. “Me dijo que volviera. Que iba a cambiar y que él había sufrido la violencia de su padre y que no la iba a repetir”.

Esmeralda sentía que era muy joven y por esto le creyó una vez más, asimismo tenía un hijo de él y solo había estudiado en la secundaria por lo que no podía trabajar.

“Volví a su casa, él volvió a ser violento y me embarazó a la fuerza de mi segunda hija.”

Ella estaba consciente que debía separarse de él pero a la vez se veía incapaz. “Él me hacía creer que estaba sola, que nadie me iba a apoyar, que dependía por completo de él. Así aguanté años.”

Hasta que un día la golpeó muy fuerte e intentó defenderse. Su hijo, de entonces 7 años, se intentó terminar con la pelea, “Quiso ayudarme, le pedía a su papá que ya no me pegara.” En ese momento se dio cuenta que no quería esa vida para sus hijos. Regresó con ellos a la casa de mi mamá. A él le dijo que por los niños podrían seguir en contacto y llegar a acuerdos. Pero él no dejaba de insistir.

Una vez intentó llevarme a la fuerza. Me subió arrastrándome a un moto-taxi. Afortunadamente el chofer y otro hombre que estaban cerca me ayudaron. Me pusieron a salvo en un lugar público, donde llegó mi tío a ayudarme”.

A partir de ese momento, le daba miedo salir con él. Le pidió a su familia que no lo dejaran entrar a la casa donde vivían. “Y él seguía pidiendo que saliéramos juntos los cuatro: él, yo y los niños. Yo ya no acepté”.

Una noche le entregó el dinero de la pensión alimenticia de los niños, asimismo le preguntó qué iba a hacer al día siguiente, ella iba a salir muy temprano con su mamá, se darían un baño de vapor y luego íban a una fiesta.

“Antes de irse me volvió a preguntar a qué hora iba a salir al día siguiente y me pidió que lo abrazara. Le dije que no. Insistió mucho”. Este le prometió que, si lo abrazaba, ya nunca la iba a molestar. “Me quedé inquieta, tanto que cuando entré a la casa le conté a mi mamá lo que había pasado”.

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Día que cambió su vida por completo

“Al día siguiente, el domingo 02 de diciembre de 2018, ella y yo salimos a las 5:30 de la mañana, el día aún estaba oscuro y vimos a 3 hombres sospechosos frente a la casa".

Cuentan que minutos después sintieron que esos hombres empezaron a caminar detrás de ellas. Después se sumó otro hombre y las acorralaron.

Cuando estábamos frente a frente, uno me aventó un líquido en la cara. Cuando vio que todavía quedaba sustancia en la botella, me agarró de la cabeza e intentó aventármelo. Yo quise defenderme y lo empujé. También a él le salpicó un poco de la sustancia en la cara.”

Desde ese momento supo que el atacante era su expareja, el padre de sus hijos. Lo supo por la manera que caminaba, además porque ella es más alta que él. “Iba vestido igual que cuando pasaba por mis hijos. Tenía la cara tapada como lo hacía cuando se subía en la bicicleta en las mañanas frías.”

Millán estuvo nueve años con él, y podía reconocerlo perfectamente. En el pasado, le había repetido una y otra vez: "Si tú no eres para mí, no vas a ser de nadie".

“Yo no sabía lo que era un ataque de ácido. No sabía lo que estaba pasando. Sentí que me moría. Había ingerido el líquido y la garganta se me estaba cerrando. No podía respirar. Oí los gritos de mi mamá, nunca la había oído gritar así.”

Su madre también sufrió algunas quemaduras. Pero su desesperación era por verme tan mal. Nadie les ayudó, hasta que la mamá llamó a su tía, ella las llevó al hospital. Era tanto el dolor que cayó inconsciente.

“El líquido que me aventó me daño mi cara, me deshizo la nariz, la boca. Me dañó el ojo derecho y hasta ahora no puedo ver de ese lado. También me cayó en el cuello, los brazos y las dos manos. Me dañó tanto el esófago que por dos meses no pude comer. Estuve en el hospital tres meses.”

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"Cuando me vi en el espejo pensé que mi vida se había acabado"

Caí en una depresión terrible. Por mucho tiempo quise haber muerto.

Millán cuenta que el ataque no sólo la dañó a ella sino también su mamá e hijos han sufrido mucho. Para ellos ha sido muy difícil aceptar su nuevo aspecto. En su escuela ha sufrido bullying.

“Me han operado 16 veces. Mi rostro ha mejorado, pero nunca volveré a ser la misma. Las heridas que me dejó en el alma nunca van a sanar”

Esmeralda Millán, a casi tres años del ataque, espera la sentencia de su expareja.

“En diciembre se cumplirán tres años del ataque y yo sigo sin querer mostrar mi cara. Salgo tapada a la calle pues con las miradas me matan.”

Al principio algunas personas le echaron la culpa de lo sucedido. “me dijeron que había hecho algo para merecérmelo. Yo solo pagué el precio de querer dejar a un maltratador.”

“¿Cómo pudo el padre de mis hijos hacerme tanto daño? ¿Cómo puede alguien ser capaz de tanto rencor, tanta maldad, tanto odio?”, exclamó Esmeralda Millán.

Hasta la fecha él sigue alegando inocencia. El mismo día del ataque él también llegó al hospital por quemaduras, las que le causó el ácido restante en la botella.

En el hospital fue detenido y el proceso legal está abierto. Está acusado de tentativa de feminicidio.

La abogada de Millán, Elisa Yareri Ruiz, del Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia de Puebla, la representa gratuitamente desde hace dos meses, mencionó que el acusado será sentenciado este año.

“Mi agresor, Fidel N, podría tener una condena de hasta 40 años. Yo deseo que la cumpla, que no salga pronto. Tengo miedo de que, si eso pasa, venga cobre venganza de nuevo y me mate. Además, me gustaría que atraparan a los otros tres cómplices.”

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