NOVO PROGRESSO. — En mayo, ante la fuerte presión internacional para que actuara tras una serie de enormes incendios en la Amazonía, el presidente brasileño Jair Bolsonaro asignó a las fuerzas militares la protección de la selva tropical.
The Associated Press ha encontrado que en lugar de eso, la operación llamada “Brasil Verde 2” ha tenido el efecto opuesto. Bajo el control del ejército, la otrora efectiva investigación y acusación, recientemente en declive, de las autoridades brasileñas sobre la devastación de la selva tropical causada por ganaderos, agricultores y mineros se encuentra prácticamente detenida pese al repunte de la temporada de incendios de este año.
El ejército de Brasil parece enfocarse en docenas de proyectos construcción de caminos y puentes que permiten que las exportaciones fluyan con mayor rapidez hacia los puertos y faciliten al acceso a las áreas protegidas, lo que expone a la selva tropical a una mayor explotación. Mientras tanto, no se han realizado operativos importantes contra la actividad ilegal desde que Bolsonaro solicitó la aprobación de las fuerzas militares para ello en mayo, de acuerdo con funcionarios públicos, reportes desde el área y entrevistas con nueve miembros y exmiembros del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales (IBAMA).
La AP también halló que:
— El número de multas emitidas por delitos ambientales se ha reducido a casi la mitad desde hace cuatro años, especialmente bajo el gobierno de Bolsonaro.
https://mty.telediario.mx/internacional/peru-con-el-brote-mas-letal-del-covid-19-en-el-mundo-se-alista-para-iniciar-ensayos-de-vacunas— Dos funcionarios de alto rango del IBAMA afirmaron que han dejado de usar mapas satelitales para la ubicación de sitios de deforestación y de multar a sus dueños —una estrategia que llegó a ser muy utilizada. Los funcionarios del IBAMA hablaron bajo condición de mantener el anonimato dado que no tenían autorización para discutir tales temas con los medios.
— El IBAMA ya no castiga a los líderes de las grandes redes de tala, minería y ganadería ilegales, de acuerdo con otros dos funcionarios. Y las empacadoras que venden carne de res proveniente de áreas deforestadas ahora operan con total libertad, según revelan tres funcionarios del IBAMA.
La culminación del combate a la deforestación por parte de las fuerzas militares estaba inicialmente planeada para junio, pero Bolsonaro la extendió recientemente hasta noviembre pese a las críticas generalizadas de que está agravando el problema.
En juego está el destino de la selva misma y las esperanzas de limitar el calentamiento global. Los expertos señalan que los incendios y la deforestación están llevando a la selva tropical más grande del mundo a un punto de inflexión, después del cual dejará de generar las lluvias suficientes para sustentarse a sí misma. Cerca de dos terceras partes de la selva iniciarían luego un declive irreversible y de décadas de duración en una sabana tropical.
La Amazonía ha perdido aproximadamente 17 por ciento de su área original y, al ritmo actual, llegará al punto de inflexión en los próximos 15 a 30 años, detalló Carlos Nobre, un prominente meteorólogo.
La oficina de Bolsonaro e IBAMA no respondieron la solicitud de declaraciones, pero el presidente declaró en mayo que “nuestro esfuerzo" es grandioso y enorme en el combate de incendios y la deforestación”. También consideró que los reportes sobre el estado de la selva incendiada es “una mentira”.
El Ministerio de Defensa de Brasil argumentó a favor de su récord al señalar que su despliegue fue ’’una operación de múltiples agencias” que requiere 2 mil 90 personas por día, junto con 89 vehículos y 19 embarcaciones.
“Esas cifras aumentan día a día, conforme los recursos se tornan disponibles y las operaciones se intensifican gradualmente”, subrayó el Ministerio.
Agregó que el operativo ha llevado a la destrucción de 253 máquinas involucradas en la explotación de la selva hasta el 24 de agosto, pero no especificó qué tipo de máquina ni abordó otras actividades ilegales como la minería.
Si bien la amenaza en el gobierno de Bolsonaro es la más reciente y severa, los esfuerzos para preservar la Amazonía han enfrentado problemas por años.
En el gobierno de 2003 a 2011 del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, Brasil creó un plan multiagencias para desacelerar la deforestación de la Amazonía que funcionó bien, de acuerdo con prácticamente todos observadores. Ese plan terminó en 2012 cuando el gobierno de su sucesora, Dilma Rousseff, perdonó la deforestación ilegal previa a 2008, entre otras medidas que alentaban a quienes violan las leyes. Muchos creen que Bolsonaro dará nuevos persones.
El IBAMA llegó a contar con más de mil 300 agentes. Ese número ha bajado hasta cerca de 600 desde 2012, cuando la agencia dejó de contratar bajo el gobierno de Rousseff en un intento por refrenar el gasto.
En el área, el IBAMA tiene cientos de inspectores que se supone realizan pesquisas, redadas en sitios ilegales, multas, destruyen equipo y solicita arrestos a las policías local y federal, junto con un cuerpo de bomberos con contrato temporal. Pero después del último operativo importante realizado por el IBAMA contra la minería ilegal en abril, los dos inspectores a cargo fueron despedidos por el Ministerio de Medio Ambiente, alegando “sesgo político-ideológico″.
En 2016, el año que el sucesor de Rousseff, Michel Temer, asumió el cargo, se impusieron casi 10 mil multas a nivel nacional por delitos ambientales, de acuerdo con el portal de IBAMA en internet. En 2019, el primer año de la presidencia de Bolsonaro, esa cantidad se redujo a 7 mil 148. En los primeros seis meses de 2020, hubo 3.721.
“Ya ni siquiera lo intentamos”, lamentó un funcionario de alto rango.
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