Entre miedo y aislamiento, la vida de los niños en el frente ucraniano

Los pequeños aseguran sentirse acostumbrados a escuchar los bombardeos.

    Los niños en Ucrania viven con miedo y aislados. (Foto: AFP)
Ucrania /

Con su silueta menuda al borde de la carretera y rodeada de ruinas, Lisa Shtanko acecha el paso de los soldados ucranianos, que siempre tienen algún regalo para las niñas que, como ella, viven en medio del caos de la guerra.

Lisa tiene ocho años y unos ojos azules. Vive con sus padres en una casa junto a la carretera a la entrada de Limán, una localidad del este de Ucrania casi arrasada y rodeada de bosques transformados en campos de minas, donde tiene prohibido aventurarse.

La zona fue reconquistada en octubre de este 2022 por las fuerzas ucranianas, después de cuatro meses de ocupación rusa. Pero la guerra continúa, tal como recuerda la última bomba caída por la mañana cerca de su casa.

Vestida con un abrigo rosa flúor, Lisa tiene un tono de voz alegre, que no oculta su sensación de shock. En su conversación, alterna entre los regalos de los soldados, la explosión que la despertó.

"Hoy no estoy de buen humor por culpa de los bombardeos", se excusó la niña.

Viktor, su padre, la acaricia con la mirada.

"Claro que tiene miedo. No hay nada más espantoso que la muerte que merodea a tu alrededor", dijo este electricista de 42 años, que regalará a su hija por Navidad un juguete donado por una asociación humanitaria.

Quienes todavía viven en Limán lo hacen en los sótanos de unos edificios destruidos. No hay apenas niños, y la mayoría de los vecinos que quedan son personas mayores.

Niños sin amigos 

Muchas de las familias que huyeron "no tienen ningún motivo para volver", dice Kostia Korovkin, padre de una niña de seis años, Nastia, escondida detrás de él. El hombre dijo que no tienen a dónde ir.

Sin amigos con los que jugar, Nastia pasa sus días entre el sótano y la calle, donde sale a veces con los perros del barrio. También sube de vez en cuando a la sexta planta del edificio, el único punto donde se capta internet, para poder seguir una clase.

En un sótano 

En Bajmut, la guerra no acecha puntualmente, sino que golpea día y noche.

Esta ciudad es uno de los puntos clave de la línea de frente en el este de Ucrania. La artillería rusa la bombardea constantemente, y los soldados ucranianos que combaten aquí la describen como "un infierno en la tierra".

"Hola, soy Gleb". En el fondo de un sótano acondicionado, donde viven desde hace ocho meses unas veinte personas, un adolescente de 14 años y de rostro serio, con el pelo muy corto y un zarcillo en la oreja, estrecha con firmeza la mano de los visitantes.

Es el único menor, todos los demás niños se han marchado.

Sus días transcurren casi exclusivamente en el sótano. Se acuesta tarde, ayuda a las personas mayores y cuida del gato negro que también se ha refugiado en este espacio, donde resuena el estruendo de las explosiones.

"He aprendido a reconocer los disparos que entran y los que salen", dijo Gleb Petrov, cuyo mayor sueño es poder "salir a pasear con un amigo".

Para matar el tiempo, hace dibujos. También pasa su tiempo leyendo o jugando con su teléfono, cuando hay electricidad.

"No pienso en mi futuro, porque no sé lo que va a suceder dentro de una hora o dos, o mañana", dice el muchacho.

Estrés crónico

En Bajmut siguen bloqueados cientos de niños, ya que sus padres no pueden o no quieren marcharse.

"Estos niños se han hecho ya adultos", apuntó Katherine Soldatova, voluntaria de una asociación que ha instalado un refugio en el sótano de una escuela.

El peligro está siempre.

"Están en una situación de inseguridad permanente. El mundo puede traicionarlos a cada instante, todo puede destruirse en un momento", explicó la psicóloga Alona Yukianchuk, de la organización ucraniana "SOS Children's village".

Los encargados de familia ya no saben que hacer. 

"Lo difícil es que sus padres también están estresados y concentrados en sobrevivir", añadió la psicóloga.


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