Grupo australiano halla 380 campos de detención en Xinjiang

El reporte se basa en la evidencia de que China ha cambiado su política de detener a uigures y otras minorías mayoritariamente musulmanas en edificios públicos improvisados, a construir centros de detención masiva permanentes.

    Vista de la torre de vigilancia y la alambrada que rodea a una instalación en el parque industrial Kunshan, en Artux, en la región de Xinjiang, en el
Costa Rica /

CANBERRA. — China parecía estar expandiendo su red de centros de detención secretos en Xinjiang, donde las minorías predominantemente musulmanas son objeto de una campaña de asimilación forzada y hay más instalaciones que parecen prisiones, según halló un centro de estudios australiano.

El Australian Strategic Policy Institute empleó imágenes satelitales y documentos oficiales de licitación de obras para mapear más de 380 supuestos centros de detención en la remota Región Autónoma Uigur de Xinjiang, destacando los campos de internamiento, los centros de detención y las prisiones construidas o ampliadas desde 2017.

El reporte se basa en la evidencia de que China ha cambiado su política de detener a uigures y otras minorías mayoritariamente musulmanas en edificios públicos improvisados, a construir centros de detención masiva permanentes.

Y esto a pesar de que la agencia noticiosa oficial china, Xinhua, reportó a finales del año pasado que los “aprendices” que asisten a “centros de educación y formación profesional” destinados a desradicalizarlos se habían “graduado todos”.

El presidente del gobierno regional, Shohrat Zakir, fue citado diciendo que las informaciones de medios extranjeros acerca de que en los centros había entre uno y dos millones de internos eran falsas, aunque no proporcionó cifras.

El vocero del Ministerio de Exteriores chino rechazó el viernes el informe calificándolo de “pura desinformación y calumnias”, y añadió que el instituto austrasliano “no tiene credibilidad académica”. China no opera los “llamados centros de detención” en Xinjiang, aseguró Wang a reporteros durante una conferencia de prensa rutinaria.

Citando reportes de medios e investigaciones de internautas, Wang señaló que uno de los lugares mencionados en el reporte había sido identificado como un centro de fabricación de productos electrónicos y otro como un complejo residencial de cinco estrellas.

“Así que esperamos también que todos los sectores puedan distinguir la verdad de la falsedad y juntos resistir a este tipo de afirmaciones absurdas elaboradas por instituciones antiChina", añadió el portavoz.

Las minorías principalmente musulmanas de la región de Xinjiang han sido encerradas en campos dentro de una campaña gubernamental de asimilación que responde a décadas de una lucha, en ocasiones violenta, contra el dominio chino. Aunque las autoridades describen los centros como lugares “similares a internados” en los que se ofrece formación profesional gratuita, exdetenidos dicen que estuvieron sometidos a condiciones brutales, adoctrinamiento político, golpizas y, en ocasiones, torturas físicas y psicológicas.

Bajo la campaña de asimilación, el estado ha obligado a los uigures a someterse a esterilizaciones y abortos, según una investigación de The Associated Press y, en los últimos meses, les ha forzado a ingerir remedios tradicionales chinos para combatir el coronavirus.

“Las evidencias disponibles sugieren que muchos detenidos extrajudiciales en la vasta red de ‘reeducación’ de Xinjiang están siendo acusados formalmente ahora y encerrados en instalaciones de mayor seguridad, incluyendo prisiones de nueva construcción o ampliadas, o enviados a complejos de fábricas amurallados para trabajos forzados", dijo Nathan Ruser, investigador del Australian Strategic Policy Institute, en el reporte publicado el jueves en la noche.

En al menos 61 centros de detención se realizaron obras y trabajos de ampliación en el último año hasta julio de 2020, señaló el informe, incluyendo al menos 14 que seguían en construcción. Al menos 70 instalaciones más parecían tener menos seguridad por la retirada de cercas internas o muros perimetrales, añadió. Ocho de los campos mostraban signos de desmantelamiento y podrían haber sido clausurados.

Las conclusiones del centro de estudios están en línea con las entrevistas realizadas por la AP a docenas de familiares y exdetenidos, que indican que muchos internos en esos campos fueron condenados en procesos extrajudiciales secretos y trasladados a penales de alta seguridad por cosas como tener contacto con gente en el extranjero, tener demasiados hijos o estudiar el islam. Muchos otros considerados de menor riesgo, como las mujeres o los ancianos, fueron sentenciados a algún tipo de arresto domiciliario o a trabajos forzados en fábricas.

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