BOGOTÁ.- Parado fuera de los altos muros del cementerio mientras una brisa sopla desde las montañas de los Andes que rodean la ciudad, Mauricio Castiblanco se pone un overol desechable, guantes de látex y se ajusta su máscara bajo un protector facial.
Agrega extras a su Equipo de Protección Personal (EPP) en consonancia con su papel de diácono católico: una faja púrpura decorada con una cruz roja bordada, una botella de plástico con agua bendita y un libro de ritos funerarios.
Castiblanco, que trabaja en una funeraria de Bogotá, se prepara para recibir cuatro coches fúnebres con los cuerpos de las presuntas o confirmadas víctimas de COVID-19.
Colombia pasará 400 mil casos confirmados de coronavirus el martes, en medio del quinto mes de un aislamiento preventivo obligatorio. La enfermedad ha causado la muerte a más de 13 mil personas y las UCI de la capital siguen estando cerca de su límite.
Se ha permitido a las familias un breve velorio y ahora Castiblanco dirigirá una ceremonia en la acera frente al cementerio, antes de que el coche fúnebre ingrese y desaparezca de la mirada de los dolientes.
La entrada está prohibida para todos excepto los trabajadores del cementerio y los muertos.
"Es más doloroso aún esta despedida", dijo Castiblanco, mientras unos dolientes sollozaban detrás de él. "Porque eso no nos da tiempo, es contrarreloj".
El Ministerio de Salud prohibió el embalsamamiento de los cuerpos de los pacientes confirmados y sospechosos de COVID-19. En su lugar, deben ser cremados o enterrados rápidamente en tumbas individuales.
"Me ha impactado demasiado porque nosotros veníamos en un ritmo suave, pausado, pero ya llegamos a este punto en que nos ha tocado salir de nuestras sedes, de nuestras salas de velación, de nuestras capillas", dijo Castiblanco. "Son incalculables los servicios, son muchos los servicios".
Pronto se produce un atasco de coches fúnebres y de transporte familiar. Castiblanco reúne a cada familia para rezar, acompañados por un violinista, antes de rociar el vehículo en agua bendita.
Una de las víctimas, que aún no ha sido confirmada la muerte de COVID, tenía sólo 44 años, reveló un pariente a Reuters.
Castiblanco dijo que la ceremonia ayuda a las familias que anhelan los ritos habituales junto a la tumba.
También los invita a recordar a sus seres queridos "no han muerto, se nos han adelantado".
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