Es un momento histórico: se ha marchado al último ícono del siglo XX y una despedida así no se vive en el Reino Unido desde los años sesenta. No obstante, no conviene olvidar que también es el adiós a una madre, a una abuela y a una bisabuela.
Los nuevos príncipes de Gales, Guillermo y Kate, han querido que sus hijos mayores estén presentes en un día clave para la familia Windsor y que nunca podrán olvidar: el adiós a su bisabuela, a la cariñosamente llamaban Gan Gan.
Los príncipes George, de 9 años, y Charlotte, de 7, se unen a sus padres -que estuvieron unos días meditando si llevar a los niños o no- al funeral de Estado de Isabel II.
Un debut que marca su incorporación a la vida institucional como hijos de los príncipes de Gales y envía un simbólico mensaje al país.
Los pequeños llegaron junto a sus padres en coche al Westminster Hall, lugar en el que ha estado durante todos estos días la capilla ardiente, allí el príncipe Guillermo se ha bajado para seguir a pie como parte del cortejo fúnebre, mientras que Kate, nueva princesa de Gales; Camilla, nueva reina consorte; y los príncipes George y Charlotte han continuado en coche hasta la abadía, donde entraban unos minutos después para esperar la llegada del féretro de Isabel II, cubierto por toda la simbología propia de la soberana.
Recorridos esos dos kilómetros y cuando los restos mortales de la hasta ahora jefa del Estado entraban en la abadía, al cortejo se han unido las consortes y en ese momento también George y Charlotte, que han avanzado con paso solemne detrás de su abuelo, el rey Carlos III, entre sus padres y un paso por delante de sus tíos, los duques de Sussex.
Los pequeños han seguido el servicio religioso –oficiado por el Deán de Windsor y el Arzobispo de Canterbury- en primera fila y atentos al programa de mano para ir siguiendo las lecturas y los cantos que se han ido sucediendo, la mayoría de ellas centradas en la labora de Isabel II como soberana pero en la que el Deán ha querido recordar que también se la llora como sucedería en cualquier familia.
Los pequeños, que ahora ocupan el segundo y tercer puesto en la línea sucesoria, han demostrado lo que habían valorado Guillermo y Kate, que "están a la altura" de un momento así.
No sucede lo mismo con el príncipe Louis, que todavía tiene cuatro años, y que según ha contado la princesa de Gales a los ciudadanos con los que se ha encontrado durante estos días, le está costando entender que no verá más a su bisabuela, con la que mostró un gran sintonía el pasado junio, durante las celebraciones por sus 70 años en el trono. Louis de Gales habría encontrado consuelo -según Kate- en la idea de que ahora el duque de Edimburgo ya no está solo.
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Ha sido llamativo que los pequeños han avanzado sin agarrar la mano de sus padres, una anomalía, ya que siempre van de la mano de sus padres, y esto se debe a que han cumplido el protocolo a la perfección, la princesa Charlotte en alguna ocasión se agarraba una mano con otra. Por otro lado, ya llegando al final del funeral, después de la procesión por las calles Londres, se ha podido ver como la condesa de Wessex hacía un pequeño gesto de cariño al príncipe George, que ha mantenido el tipo al más puro estilo Windsor. George y Charlotte (de Cambridge hasta ahora, de Gales desde de la muerte de Isabel II) estuvieron presentes en la Misa de Acción de Gracias que se celebró en esta misma Abadía de Westminster en memoria del duque de Edimburgo el pasado marzo, sin embargo, no participaron en su funeral, que tuvo lugar en el Castillo de Windsor. Ahora la situación es distinta, la muerte de su bisabuela está mucho más reciente (fue el pasado 8 de septiembre) y ha cambiado la vida de todos, al producirse un movimiento en la línea sucesoria que ha puesto a los príncipes Guillermo y Kate como pilares del reinado de Carlos III. El tema de la presencia de los hijos de los príncipes de Gales ha sido muy comentado en los últimos días en el país, por un lado, para algunos, la presencia de los niños es una forma de demostrar que el orden sucesorio está garantizado en un momento de inestabilidad por el relevo generacional; pero, por otro lado, esta presencia trae recuerdos amargos del pasado, sobre todo para los príncipes Guillermo y Harry, que ya caminaron detrás del ferétro de su madre.
Príncipe Guillermo: 'El mundo perdió a una líder extraordinaria; yo, sin embargo, he perdido a una abuela'
"El mundo perdió a una líder extraordinaria; yo, sin embargo, he perdido a una abuela". Estas palabras, extraídas de su primer comunicado, resumen muy bien el momento que atraviesa el príncipe Guillermo, volcado desde hace diez días en el relevo generacional de la Corona británica, mientras ha multiplicado su presencia, con el apoyo de Kate, nueva princesa de Gales, en los actos de duelo en memoria de Isabel II. El funeral de Estado -de este histórico lunes 19 de septiembre en la Abadía de Westminster- es la recta final, el último adiós a la mujer que le enseñó, además del oficio, que "el dolor es el precio que pagamos por el amor". El príncipe Guillermo -pieza clave en el reinado de Carlos III- se despide de su abuela a la vez que da un paso al frente como heredero ante una amplísima representación de jefes de Estado y de monarquías europeas.
Terminado el funeral de Estado y los actos programados en Londres, los restos mortales de Isabel II han sido trasladados hasta el Castillo de Windsor, un recorrido de una hora repleto de británicos que a ambos lados de la carretera le han ido tirando flores a su paso.
Los príncipes George y Charlotte de Gales han seguido el coche para participar en esta despedida final y se les ha visto llegando al castillo y entrando por el pórtico Galileo, el que solo usan los miembros de la realeza.
Después -con el féretro en el interior del templo- los pequeños se han unido al cortejo y han recorrido el coro, que esta vez estaba repleto, no con la triste imagen de soledad que dejó el funeral por el duque de Edimburgo.
No debe ser fácil lidiar con los recuerdos, sin perder el paso y mientras exportas la imagen del perfecto heredero. Sin embargo, el príncipe Guillermo lo ha vuelto a hacer, después de reconocer que caminar tras el féretro de su abuela le ha recordado a la terrible experiencia de hace un cuarto de siglo, cuando hizo lo mismo tras el féretro de su madre, Diana de Gales. Entonces tenía 15 años, ahora tiene 40 y la obligación de ser uno de los dos pilares (el otro ha quedado claro que es Camilla, como reina consorte) en los que se apoya su padre en su recién estrenado "papel" de Carlos III.
Durante estos años ha sacado bastante ventaja: ha consolidado su figura en el Reino Unido, se ha dado a conocer en el extranjero y cuenta con una vida personal sin fisuras. Eso sin olvidar que a estas alturas ha quedado demostrado que si alguien podía volver a poner en circulación el título de princesa de Gales esa era Kate.
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