Tienen entre 75 y 80 años, algunas cuentan con varios nietos y otras lucen unas brillantes canas en su cabellera, pero son abuelitas poco convencionales.
Ciertos días a la semana se enfundan los guantes, pero no para cocinar galletitas, sino para boxear y practicar un deporte con el que aprendieron a sacarle un knock out a la soledad, la depresión e incluso, enfermedades como el cáncer o la diabetes.
La iniciativa de concebir un grupo de mujeres mayores, que aprendieran a boxear fue del exconstructor Claude Maphosa, que comenzó a entrenar al grupo de señoras hace cuatro años.
Muchas de las boxeadoras llegan a las clases de una hora y media de duración hasta con sus bastones, pero con el firme propósito de mantenerse en forma y además aprender a defenderse.
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