Madre tica relata cómo vivió la angustia del tiroteo en escuela de Georgia

Comunidad costarricense en Winder está unida ante tragedia que dejó cuatro muertos

    Costarricense en Estados Unidos narra momentos de terror en tiroteo de Atlanta (captura).
Estados Unidos /

El miércoles 4 de septiembre, doña Nidya González Araya vivió los 45 minutos más largos de su vida. 

La tranquila rutina en Winder, Georgia, se vio interrumpida por un tiroteo en la Escuela Secundaria Apalachee que dejó cuatro muertos y nueve heridos.

Para esta madre costarricense, cuya hija Keren de 16 años estudia en una escuela aledaña al epicentro del tiroteo, la pesadilla comenzó con una llamada a las 10:30 de la mañana cuando se dio la alerta de peligro en el centro educativo.

"Uno nunca espera que algo así vaya a tocar las puertas tan cerquita", relata González, su voz aún temblorosa al recordar los eventos. Como parte de una comunidad de aproximadamente 50 familias costarricenses en este pueblo de 20,000 habitantes, el pánico se extendió rápidamente entre el grupo.

González describió que vivió la tensión de esos momentos a flor de piel. En sus palabras, "trabajo a 45 minutos y fueron los 45 minutos más largos de mi vida tratando de llegar”, confesó la mortificada madre.

Ante la angustia, trató de mantener contactar telefónico con la menor, pero sólo la localizó por mensajes.

Nydia: “Mami, ¿está bien? ¿Cómo está?”
Keren: “Sí, estoy bien, pero no sé lo que está pasando, no sabemos nada'".

¿Con qué se encontró González al llegar a la escuela?

Al llegar a la escuela, González se encontró con un escenario caótico en el cual había un dispositivo policial increíble. 

"Era extremadamente como un miedo más que todo ver tanto movimiento", recuerda. 

Los padres, desesperados por reunirse con sus hijos, se vieron obligados a esperar en el estacionamiento mientras las autoridades aseguraban el área.

La solidaridad de la comunidad tica se hizo evidente en medio de la crisis. "Todos somos una comunidad tica chiquitita aquí en este pueblito", aclara la señora. Ante la preocupación, comenzaron "a llamarnos unos a otros... '¿Dónde están?' '¿Cómo están?' '¿Qué les han dicho?' '¿Qué saben?'", explicó.

Además de su hija, González también tenía a un sobrino en las instalaciones cerca del suceso. 

“Mi sobrino estaba en una de las escuelas secundarias. Como a los 10 minutos, (la maestra) les dijo a todos que se colocaran debajo de los pupitres, apagó la luz y corrió el escritorio de ella hacia la puerta En ese momento, fue cuando él le entró el pánico. Yo lo llamo y le digo:

Nydia: “¿Cómo está?”
Sobrino: “Tía, tengo miedo… tengo mucho miedo”

El impacto de la tragedia se sintió profundamente en esta unida comunidad. "Desgraciadamente, durante ese tiempo una compañera de trabajo de cuando yo trabajaba en el sistema escolar, nos dimos cuenta que una de las víctimas es hija de ella, una niña de 15 años", comparte González con pesar.

Mientras las autoridades continúan investigando el incidente, que involucra a un sospechoso de 14 años, la comunidad de Winder, especialmente el grupo costarricense, busca formas de procesar lo sucedido y apoyarse mutuamente.

"Es una comunidad muy pequeña, pero aquí todos nos conocemos, y los hijos de todos son los de todos y este dolor de ellos es el nuestro", reflexiona González, lo que denota el sentimiento colectivo de una comunidad que enfrenta su día más oscuro.


  • Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de TELEDIARIO; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
LAS MÁS VISTAS