La final del Apertura 2024, que coronó al Club Sport Herediano como campeón con un marcador global de 3-2, quedó marcada por una escena lamentable de violencia que empañó el triunfo florense. Aunque el marcador del partido finalizó 2-1 a favor de Alajuelense, el ambiente en el estadio Morera Soto se tornó insostenible tras el pitazo final.
En medio de los disturbios, Johnny Álvarez, tercer portero de la Liga, fue golpeado y terminó sangrando tras una pelea violenta entre jugadores en el campo. Un momento que, según muchos, jamás debió haber ocurrido en el contexto de un evento deportivo que debería haber sido celebrado en paz.
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Disturbios en el campo y entre los aficionados
El encuentro, que estaba cargado de tensión debido a la importancia del título, culminó en un espectáculo vergonzoso. Los jugadores se vieron envueltos en una pelea durante la que se lanzaron golpes, mientras que las gradas también se convirtieron en un escenario de caos. Aficionados invadieron el campo y comenzaron a lanzar objetos, desatando el descontrol total en el recinto deportivo.
Tras el incidente, dos personas resultaron heridas, y una de ellas fue trasladada de urgencia al Hospital San Rafael de Alajuela. La víctima, un aficionado, presentó una lesión grave en el cráneo, aunque por el momento se desconoce su estado de salud. Las autoridades continúan investigando el suceso, pero no han confirmado si existen más personas heridas ni el estado de los demás involucrados.
Respuesta de la Cruz Roja
A pesar de no haber sido contratada para brindar atención en el evento, la Cruz Roja Costarricense acudió a dos incidentes relacionados con el disturbio. Ambos casos fueron reportados al Sistema de Emergencias 9-1-1: uno ocurrió detrás del estadio y el otro cerca de Plaza Villa Real. Los dos pacientes, ambos hombres, presentaban traumas físicos, aparentemente causados por agresiones, y fueron trasladados en condición urgente al Hospital de Alajuela.
Intervención policial y control de la situación
La violencia no se limitó al campo de juego, sino que se trasladó a las gradas, donde los seguidores de Alajuelense, visiblemente frustrados por la derrota, reaccionaron de manera violenta. Golpearon la infraestructura del estadio y profirieron insultos contra los jugadores. La situación se desbordó tan rápidamente que la seguridad del recinto fue casi incapaz de controlarla.
Fue necesaria la intervención de la Fuerza Pública, que estableció un perímetro de seguridad alrededor del estadio para evitar que la situación empeorara. Los oficiales también tuvieron que escoltar a ambos equipos hasta la salida para prevenir nuevos enfrentamientos entre los aficionados.
¿Hubo alguna muerte en el Morera Soto?
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) informó que, afortunadamente, no se reportaron fallecimientos a raíz de los disturbios. Sin embargo, el daño a la imagen del deporte es evidente. Los jugadores, cuerpos de seguridad y aficionados se vieron envueltos en una jornada que nunca debió haber sido recordada por la violencia.
La tensión, agravada por el resultado del clásico, terminó en amenazas y agresiones verbales, lo que hizo que las autoridades tuvieran que mantener su presencia hasta que la calma fuera restaurada en las cercanías del Morera Soto. La fiesta deportiva, que en teoría debería haber sido un momento de celebración, se vio opacada por este episodio desafortunado que dejó más preguntas que respuestas sobre cómo se manejó la seguridad en un evento de esta magnitud.
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