Gareth Bale encontró el premio a sus meses de sufrimiento, siendo el gran protagonista del pase del Real Madrid a la final del Mundial de Clubes, con un gol salvador que propició la remontada a nueve minutos del final y sacó a su equipo del esperpento, víctima de graves errores defensivos y de concentración ante un Al Jazira que tuteó al vigente campeón.
La reivindicación de Bale llegó en una nueva reaparición, siendo decisivo en los pocos minutos que puede jugar por sus eternos problemas en el sóleo izquierdo. Resolvió en Copa del Rey ante el Fuenlabrada y repitió en otro partido que iba camino de un ridículo histórico, marcando en el primer balón que tocó.
El estreno del Real Madrid tuvo susto inesperado. Ningún jugador creía el marcador al descanso. Un 1-0 en su contra después de 17 remates y cinco paradas que convertían en héroe local al portero Ali Khaseif. Sentir tanta superioridad condujo a la relajación defensiva y al desorden en demarcaciones que aprovechó un modesto Al Jazira pero con las ideas claras que provocó la histeria con un 2-0 nada más arrancar el segundo acto, anulado por fuera de juego.
La abismal diferencia de calidad entre ambos equipos llevó al holandés Ten Cate a reforzar su planteamiento defensivo con línea de cinco atrás. Intentó juntar líneas pero nada haría posible poner freno a un Real Madrid tan superior en calidad técnica. Desde el minuto 3 que Cristiano Ronaldo buscó la escuadra con un derechazo lejano, el primer acto fue un goteo constante de ocasiones madridistas con nulo acierto.
De marcar cinco en la primera parte ante todo un equipo 'Champions' como el Sevilla, a quedarse a cero ante un rival que jamás llegaría a la elite del fútbol español. Apenas su portero, el brasileño Romarinho, que dio un recital, y el punta Ali Mabkhout podrían jugar en el fútbol europeo.
Cristiano buscaba convertirse en el máximo goleador de la competición pero de inicio se topaba en cada remate con Ali Khaseif, que sacaba de puños la primera y dejaba una gran parada a un remate tras córner que desviaba su defensa. Repetía ante un disparo ajustado de Modric que tras desviar su manopla repelía el poste.
El baño madridista no tenía premio e iban pasando los minutos según crecía la figura del portero local y se lesionaba en una de sus intervenciones. Las pérdidas de tiempo fueron continuas y la única baza del Al Jazira llegaba al contragolpe veloz, su especialidad, con balones en largo del portero que siempre cogieron por sorpresa a una zaga madridista desconocida.
Faltaba repliegue en fase defensiva del Real Madrid, síntoma de exceso de confianza, y el primer aviso llegaba con Ali Mabkhout que buscaba un compañero antes de rematar. Y faltaba acierto rematador, con Benzema acostumbrando a todos a su falta de pegada. Lo intentaba sin éxito en dos acciones y acababa eligiendo asistir a Modric que de nuevo se topaba con Ali Khaseif.
El guión del partido parecía definido. Las continuas ocasiones madridistas debían darle goles pero ni su peor enemigo pudo escribirlo con más incertidumbre. Siempre con balones en largo sorprendía Al Jazira y Mabkhout perdonaba con su disparo ajustado al palo. Se anulaba un gol a Benzema por falta de Cristiano y a Casemiro por la intervención del VAR. Su remate lo desviaba un defensa a la red, pero el colegiado interpretaba posición ilegal de Benzema.
Entre interrupciones y ocasiones perdonadas llegó el golpe del Al Jazira cuando se acercaba el descanso. El error en cadena de la zaga madridista dejó a Romarinho ante un inestable Varane, al que recortó antes de cruzar su disparo imparable para Keylor Navas. Saltaba la sorpresa ante la incredulidad de todos.
Cada jugador del Real Madrid intentaba hacer su jugada, abandonaba posiciones sin hacer repliegue, con Casemiro y Kovacic sin cumplir con sus funciones. Los de Zidane se mostraban endebles en defensa porque su cabeza les impulsó a la relajación por sentirse superiores. Nada más reanudarse el duelo otro contragolpe tras córner encontraba un mal repliegue, Ali Mabkhout regalaba el gol a Boussoufa y solo la posición adelantada evitaba el desastre.
Con el susto en el cuerpo, el Real Madrid buscó con fútbol directo la reacción. Hasta el minuto 51 aguantó Ali Khaseif, que podrá presumir toda su vida de su partido y de no encajar un tanto del campeón de Europa y el mundo. La ansiedad madridista crecía y su juego perdía brillantez. Acelerados buscaron a Benzema, que falló todo lo que tuvo, y a Cristiano que a los 53 minutos mandaba un mensaje de tranquilidad con su tanto.
El pase de Modric encontraba el error en el despeje de Jumaa y el latigazo seco de Cristiano, que lograba otro registro para sus récords personales. A Romarinho le daba igual el marcador. Cada vez que entraba en escena dejaba una acción acertada. Con elegancia se iba de Isco, retratando actitudes que no pasaron desapercibidas para Zidane.
Hasta cuatro ocasiones seguidas perdonó Benzema para desesperación de Cristiano, solo para empujarla a la red en dos de ellas. Entraban Marco Asensio y Lucas Vázquez para poner la puntilla con superioridad física, pero no fue hasta la entrada de Bale cuando el panorama cambió. A los 40 segundos de pisar el césped, en su primer balón remató de zurda a la red liberando todo su sufrimiento.
Incluso acarició el doblete, sin la necesidad de forzar en carreras aún sin confianza, con una elegante tijera que sacó abajo el portero. Era la última acción de un partido para el olvido madridista que dejó el pase a la defensa de la corona en la final ante Gremio.
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