El Manchester United cumplió ante el CSKA Moscú y ganó 2-1 para clasificarse como líder del grupo A para los octavos de final en un encuentro en el que el cuadro ruso necesitaba un milagro y asustó en la primera parte y sucumbió a la lógica en la segunda.
El equipo de José Mourinho tenía todo a favor para sellar su pasaporte hacia la siguiente ronda. Sólo una auténtica hecatombe podía dejarle fuera. Había varias opciones, pero no se dio ninguna. En el caso de victorias del CSKA y del Basilea, tenía que perder por siete goles para quedar eliminado.
El cuadro ruso, sin embargo, necesitaba ganar y esperar un pinchazo del Basilea en el Estádio da Luz. Marcarle más de media docena de goles al United era una auténtica quimera, pero por lo menos iban a ir a por los tres puntos para después esperar el favor del Benfica.
El CSKA salió al césped de Old Trafford bien plantado. Por lo menos, durante los primeros veinte minutos consiguió retener la pelota, aunque no se acercó con peligro a la portería del portero argentino Sergio Romero. Ese fue el tiempo que tardó en coger la manija del choque el United, que con el hiperactivo Luke Shaw montó buenos contragolpes que a punto estuvieron de obtener su fruto.
Es curioso el caso de Shaw, un joven lateral izquierdo de 22 años que hasta ahora sólo había disputado 48 minutos en toda la temporada. Mourinho le concedió ese tiempo en dos encuentros de la "Carling Cup". Ante el CSKA decidió darle la titularidad y no defraudó a su entrenador.
Shaw no se cansó de subir la banda con potencia, calidad y buen criterio. Aunque la primera ocasión, aislada en ese dominio inicial del CSKA, la tuvo Marcus Rasford con un disparo al palo, fue Shaw quien más lo intentó. Primero, con un disparo peligroso desde el borde del área que salvó Igor Akinfeev con una buena estirada.
Después, con una subida excepcional por la banda izquierda que acabó con un pase a Romelu Lukaku que no llegó a empujar a la red por muy poco. La exhibición del jugador del United era evidente, pero el fútbol a veces es muy juguetón y decidió señalar al hombre de la primera parte con el tanto del CSKA.
Al borde del descanso, descuidó su espalda y Mario Fernandes llegó hasta la línea de fondo para ceder la pelota a Vitinho, que estaba dentro del área pequeña esperando el remate. Lo consiguió, la pelota rebotó en la espalda de Alan Dzagoev y el 0-1 subió al marcador.
En ese momento, el mismo resultado lucía favorable para el Basilea a muchos kilómetros de Old Trafford. El CSKA cumplió en la primera parte y necesitaba aguantar en la segunda y esperar. Sin embargo, el Manchester ya no concedió ni un minuto más de dominio y salió a por el partido después del paso por los vestuarios.
La lógica se impuso casi al principio de la reanudación, cuando los hombres de Mourinho sellaron el ataúd de su rival en sólo un minuto. Primero marcó el belga Romelu Lukaku, con una buena volea tras un pase del francés Paul Pogba. Y justo después, fue Rashford quien no desaprovechó una asistencia de Juan Mata.
La ilusión del CSKA se diluyó como un azucarillo y arrojó la toalla. La misión ya era imposible y Mourinho, con un enfrentamiento ante el Manchester City en el horizonte, dio minutos a jugadores menos habituales como los canteranos Scott McTominay o Axel Tuanzebe, a quienes sacó del banquillo para dar descanso a Lukaku y a Antonio Valencia.
Al final, el 2-1 hizo justicia al dominio general del United, que se clasificó como líder del grupo A y mandó al CSKA Moscú a la Liga Europa, premio de consolación para el club ruso. El equipo de Viktor Goncharenko soñó con el milagro durante 45 minutos, pero el Benfica y el Manchester acabaron con su sueño.
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